MIRAFIORE

La historia de la marca conocida como Mirafiore es una de las más fascinantes y problemáticas de las Langhe. De hecho, todo comenzó en 1858, cuando un "acto de mando del delegado real" en la Comuna de Serralunga d'Alba inscribió un lote de 52 hectáreas situado en el corazón de las Langhe, entre Sorano, Fontanafredda y Gallareto, en el Fondo de la Real Casa. Una bodega que entonces llevaba el nombre de su fundador -el conde de Mirafiore, Emanuele Guerrieri, hijo de Vittorio Emanuele II y del famoso Bela Rosin- y que gozó de un extraordinario éxito al menos hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Luego, hacia 1930, una mala gestión combinada con la llegada de la filoxera la llevó a la quiebra. En la siguiente subasta, el banco Monte dei Paschi di Siena se hizo con la finca Fontanafredda, mientras que la marca Mirafiore fue adquirida por la familia Gancia de Canelli. Y así, unos años más tarde, nació la marca Fontanafredda, una realidad que tomó su nombre de la localidad en la que se asentaba, y que en las décadas siguientes haría literalmente la historia del Barolo moderno. Un periodo en el que se intentó de diversas maneras recuperar la marca original, pero sin éxito. No ha sido hasta hace poco, concretamente en 2009, gracias a la intervención del mecenas de Eataly Oscar Farinetti, cuando por fin han conseguido revivir el que fue uno de los grandes vinos de Barolo, y más concretamente de Serralunga d'Alba. Una línea de altísima calidad, compuesta por una gran atención tanto en el viñedo como en la bodega, donde cada práctica combina lo mejor de la tradición de las Langhe con las técnicas de vinificación más contemporáneas. Los vinos, Dolcetto, Barbera y Nebbiolo, hasta los grandes vinos de Barolo, se caracterizan por una elegancia decisiva, una excelente demostración de una empresa perfectamente en consonancia con los tiempos, que puede esperar las próximas cosechas con gran confianza.
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