Tierra de volcanes y milenaria historia
El Lacio alberga un patrimonio enológico de extraordinario valor histórico, con una tradición vinícola que se remonta a los etruscos y los romanos. El territorio, fuertemente influenciado por los suelos volcánicos de los Colli Albani, Cimini y el sistema de lagos, ofrece condiciones pedoclimáticas únicas que se reflejan en los vinos. Esta matriz volcánica confiere mineralidad, frescura y un sello distintivo que representa el hilo conductor de la producción regional, creando vinos de gran personalidad y elegancia.
Los blancos: desde el Frascati hasta las excelentes variedades emergentes
Los vinos blancos representan el corazón de la producción del Lacio, con el Frascati como embajador histórico. Elaborado principalmente con uvas Malvasia y Trebbiano, ofrece frescura, notas florales y un agradable sabor. En los últimos años, junto a las denominaciones históricas, están surgiendo excelentes vinos de variedades autóctonas como Bellone, Malvasia Puntinata y Grechetto, que encuentran expresiones de gran interés en las zonas de Cerveteri, Castelli Romani y en la provincia de Latina. La producción de vinos blancos de altura en la zona de Rieti está revelando además un potencial hasta ahora inexplorado.
Los tintos: Cesanese y el renacimiento de las variedades autóctonas
El Cesanese es la joya de las uvas tintas del Lacio, con sus dos DOCG (Piglio y Olevano Romano) que están ganando un reconocimiento cada vez mayor. Esta variedad autóctona ofrece vinos de gran estructura, con notas de frutos rojos, especias y un típico toque balsámico. Paralelamente, asistimos al redescubrimiento de variedades históricas como Nero Buono di Cori, Aleatico y Lecinaro, gracias al trabajo de productores apasionados que están sacando a la luz un patrimonio ampelográfico único. Este renacimiento cualitativo está permitiendo finalmente a los vinos del Lacio expresar todo el potencial de un territorio extraordinario a las puertas de Roma.
