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CALABRIA

Entre dos mares, una tradición milenaria

Calabria cuenta con una tradición vinícola que hunde sus raíces en la antigua Magna Grecia, con un territorio único encajonado entre el mar Tirreno y el Jónico. Esta peculiar ubicación geográfica, junto con suelos variados y un clima mediterráneo con fuertes influencias marítimas, confiere a los vinos calabreses una personalidad distintiva y un carácter auténtico. La viticultura se desarrolla principalmente en colinas y laderas, donde las variaciones térmicas favorecen una maduración óptima de las uvas.


El Cirò y las variedades autóctonas

El Cirò, la primera DOC calabresa, representa la excelencia regional con su variedad emblemática, la Gaglioppo. Este emblemático tinto ofrece un color rubí, notas de frutos rojos y especias, con una estructura tánica importante pero elegante. Junto al Gaglioppo, la región valora otras variedades autóctonas como el Magliocco, el Greco Bianco y el Mantonico, que están viviendo un renacimiento gracias al trabajo de productores apasionados comprometidos con la preservación de este patrimonio ampelográfico único.


Renacimiento enológico entre tradición e innovación

La viticultura calabresa está viviendo un periodo de extraordinario renacimiento, con una nueva generación de productores que combina el respeto por la tradición y la innovación tecnológica. Desde las colinas del Pollino hasta los viñedos de la Costa Viola, pasando por la zona de Cirò, Calabria ofrece vinos con carácter que expresan la autenticidad del territorio. Este redescubrimiento cualitativo está llevando los vinos calabreses a la atención de los aficionados, revelando un tesoro enológico con un gran potencial aún en parte inexplorado.

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