EDRADOUR

Escocia es, sin duda, un país en el que el whisky es algo más que una bebida espirituosa. Se sabe que la producción en este territorio se remonta a varios siglos atrás, aunque no se conoce con exactitud cuándo se elaboró la primera botella de este néctar. Sin embargo, se supone, gracias a diversos indicios recogidos, que fueron los monjes misioneros quienes desempeñaron un papel importante en su creación y difusión. Hoy en día hay un centenar de destilerías activas, entre ellas Edradour, situada en el corazón de Perthshire. La historia de esta destilería se remonta a 1825, cuando fue fundada por una cooperativa de agricultores locales; desde entonces, a través de altibajos, Edradour ha sobrevivido hasta 2002, momento en el que fue comprada por Andrew Symington, antiguo propietario de Signatory, una de las mayores y más prestigiosas empresas que se dedican a seleccionar las mejores barricas producidas por las destilerías del país, supervisando luego personalmente su desarrollo. De hecho, a principios del año 2000, el Sr. Symington decidió que había llegado el momento perfecto para lanzar su propia producción de Whisky, y compró Edradour, la destilería tradicional más pequeña del país, con una producción de unos 90.000 litros al año, tanto como una gran destilería produce en una semana; una joya escondida, perfecta para el proyecto del Sr. Symington. A pesar de su pequeño tamaño, entre las paredes de la empresa se elaboran una treintena de etiquetas: productos que van desde los más clásicos hasta los más modernos, pasando por los originales "Wine Finishes", whiskies que maduran tanto en la madera que contenía el Bourbon como en las barricas en las que se guardan algunos de los mejores vinos de toda Europa, incluida la "Barolo Cask". Tradición, modernidad, calidad, conocimiento: la combinación de estas cuatro palabras resuena en cada botella de Edradour. Pruébalo para creerlo.

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