ARROYO

Fundada en la segunda mitad del siglo pasado, concretamente en 1960, la bodega de Arroyo comenzó su andadura como una cooperativa de varios bodegueros, y se mantuvo en activo hasta 1994, año en el que Santiago Arroyo, que da nombre a la empresa, optó por hacerse con la propiedad de la cooperativa, dando lugar a una nueva etapa de la empresa basada en un sólido y meditado plan de negocio. Además de recuperar las estructuras existentes, se construyó una nueva bodega de crianza, subterránea y capaz de albergar más de 4.000 barricas, así como salas específicas para el embotellado. El escenario, por cierto, es el de la denominación de origen Ribera del Duero, por lo que nos encontramos en el municipio español de Burgos, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Es aquí donde los viñedos de la bodega de Arroyo abarcan una superficie total de unas cien hectáreas, divididas en once parcelas distintas. Entre las filas, la pasión y la dedicación son las reglas, para que las vides se cuiden con el máximo respeto al medio ambiente, a la naturaleza y al ecosistema. Tras la vendimia, la uva llega a la bodega para ser procesada con las más modernas y avanzadas tecnologías de vinificación, teniendo siempre en cuenta las más antiguas y arraigadas tradiciones locales, por lo que el objetivo principal sigue siendo siempre el de exaltar y potenciar lo que la estación y el territorio han sabido expresar en las uvas. Siempre con el objetivo de alcanzar el mayor nivel de calidad posible, así es como cobran vida las etiquetas de más alto nivel, capaces de transmitir a la copa toda la esencia del terruño al que pertenecen. Botellas que, desde los tintos a los rosados, desde los blancos a los postres, pasando por los reservas y las añadas seleccionadas, ofrecen el más fiel espejo de lo que es la mejor Ribera del Duero en cuanto a vinos.

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