ABERLOUR
El whisky es una de las bebidas alcohólicas más famosas y consumidas del mundo, cuyos orígenes se remontan a Escocia e Irlanda. Se trata de dos países en los que antiguamente era muy extendido el cultivo de cereales, a partir de los cuales se fermenta el whisky, y, junto con otras pruebas e indicios, no parece haber duda de que este néctar se originó en estos lugares.
En Escocia, en particular, entre los muchos productores, hay uno que puede presumir de una historia envuelta en misterio y leyenda: Aberlour, una destilería que lleva el nombre del lugar donde se encuentra. Es un lugar especial, por donde discurre un río cuyas aguas eran consideradas curativas por las antiguas poblaciones celtas que vivían allí. De hecho, fueron los celtas quienes utilizaron por primera vez estas aguas para destilar el alcohol necesario para crear elixires curativos que se administraban a los enfermos. La destilería fue fundada por James Fleming en 1879. James se ocupó de todos los detalles del edificio, con el deseo de crear algo único donde se pudiera producir el mejor whisky posible.
James murió en 1895 y, a partir de ese momento, la propiedad de Aberlour pasó a manos de varias empresas hasta que fue adquirida por el gran grupo Pernod Ricard en 1975. Desde entonces, se han realizado numerosas mejoras en los edificios y la maquinaria, utilizando nuevas tecnologías que parten del respeto por la historia y miran hacia el futuro. Aberlour produce seis etiquetas, con diferentes períodos de envejecimiento que van desde un mínimo de 12 años hasta un máximo de 18. Algunos whiskies también se maduran en las famosas «barricas de jerez», barricas que anteriormente contenían el apreciado vino fortificado portugués. Mención especial merece «A'Bunadh» —palabra que significa «original» en gaélico—, elaborado en homenaje al fundador Fleming, destilado sin filtración en frío ni otros procesos modernos, sino siguiendo únicamente las tradiciones locales más antiguas.
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