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Olivier Leflaive

En Francia, en el corazón de la región de Borgoña, precisamente en Puligny-Montrachet, se encuentra la finca vinícola Olivier Leflaive. La empresa siempre ha pertenecido a la familia Leflaive y se desarrolló inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, cuando la acería de Saint-Etienne del abuelo de Olivier, Joseph Leflaive, quebró. Tras el cierre de la siderurgia, Joseph Leflaive se quedó sólo con sus fincas en Borgoña, que había comprado en el pasado como inversión. De ahí la decisión de centrarlo todo en la explotación vitivinícola, que hasta 1953 fue dirigida directamente por el propio Joseph, y que luego pasó a manos de sus hijos Vincent y Joseph Régis, a los que se unió en 1984 Olivier, que hoy lleva firmemente las riendas de la empresa. Simple, pero rigurosamente respetada, es la piedra angular en la que se basa la empresa: producir grandes vinos. Todo comienza con el trabajo entre las hileras de vides, donde, aunque no está amparado por ninguna certificación, el enfoque es plenamente sostenible, totalmente respetuoso con el equilibrio del medio ambiente, la naturaleza, la biodiversidad y el ecosistema. Gracias al control de la salud de cada una de las cepas, tanto en los viñedos de la finca como en los de los viticultores, y sobre todo al mantenimiento de unos rendimientos por hectárea extremadamente limitados, cosecha tras cosecha podemos recoger uvas sanas y sin adulterar, ricas y concentradas en todos los pequeños matices organolépticos. En la bodega, la experiencia y el saber hacer ancestrales hacen que cada paso de la producción se controle hasta el más mínimo detalle, de modo que, sin dejar nunca de lado los más altos estándares de calidad, la mano del hombre interviene única y exclusivamente para exaltar y potenciar en los vinos todo lo que la estación y la tierra han sabido expresar en las uvas. El resultado es una excelente gama de etiquetas, incluyendo, por supuesto, el 1er Cru y el Grand Cru. De Chablis a Chassagne-Montrachet, pasando por Meursault, Pommard y Volnay, hasta llegar a Montrachet, Corton-Charlemagne y Corton Clos du Roi, sin olvidar todos los demás: botellas simplemente fabulosas.