Ciro Picariello

Si hoy se habla con tanta frecuencia y entusiasmo del contexto de calidad de Irpinia y de sus vinos blancos, ello se debe también al extraordinario trabajo realizado a lo largo de los años por algunas bodegas como la de Ciro Picariello.
Productor volcánico de Summonte, municipio de la provincia de Avellino, Ciro es uno de los pocos bodegueros que han dado literalmente un vuelco a la imagen tradicional del Fiano di Avellino y del Greco di Tufo, gracias a unos vinos impecables por su elegancia y finura, expresivos y muy personales. Estos vinos se dejan madurar estrictamente en acero inoxidable y se comercializan deliberadamente al menos un año después de la cosecha, el tiempo mínimo necesario para apreciar plenamente sus múltiples facetas. No sólo eso, de la pequeña bodega de Summonte sale también un Aglianico de gran expresividad, una demostración de lo bien que un "bianchista" como Ciro es capaz de hacer incluso con las variedades tintas típicas de la provincia de Avellino.
Los viñedos se extienden actualmente sobre una superficie total de unas cuatro hectáreas: a seiscientos metros sobre el nivel del mar, con orientación noreste, las hileras se plantaron a principios de los años noventa, concretamente en 1992, y alcanzan una densidad de 2.500 cepas por hectárea. En los suelos arcillosos y arenosos, también caracterizados por la presencia de arenisca, los rendimientos se mantienen extremadamente bajos para dar preferencia a la calidad sobre la cantidad. En la bodega se controlan constantemente todas las fases de producción, sin olvidar nunca el objetivo principal, que es exaltar y potenciar todo lo que la estación y la tierra han sabido expresar en el fruto.
Así nacen los vinos "Ciro Picariello": etiquetas capaces como pocas de contar la historia de la Irpinia más bella en lo que a vino se refiere. En una palabra, vinos de verdad.