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Skerk

Fundada a finales del siglo pasado, en 1990 para ser exactos, la finca Skerk es una empresa joven que no deja de crecer gracias a la calidad de sus productos.
Las seis hectáreas de terreno de Prepotto, en la meseta del Karst, tienen un clima y un terruño perfectos para el cultivo de variedades de vid como la vitovska, la malvasía de Istria, la sauvignon, la pinot grigio y la teran, que son capaces de expresarse a niveles excelentes. La filosofía de la empresa se basa en un enfoque totalmente natural y orgánico, con certificación.
En el viñedo, todas las opciones agronómicas se estudian cuidadosamente y tienen como objetivo respetar al máximo el equilibrio del medio ambiente, de la naturaleza, del ecosistema y de la biodiversidad. Por esta razón, todos los tratamientos químicos y sistémicos están estrictamente prohibidos entre las hileras, y todas las operaciones tienen como objetivo cultivar y cosechar, cosecha tras cosecha, uvas sanas y puras, ricas y concentradas en todos los matices organolépticos.
La bodega en sí es una simple cueva excavada en la roca kárstica. Al igual que en el viñedo, los procesos de elaboración, crianza y afinamiento se llevan a cabo según una filosofía minimalista, en la que la intervención artificial del hombre se dirige únicamente a potenciar y resaltar en los vinos todo lo que la estación y la tierra han sabido expresar en el fruto. Tras la fermentación, que se realiza con maceración en los hollejos, los vinos se someten a un periodo de maduración y se embotellan sin filtrar ni clarificar. Sandi Skerk, el propietario de la empresa, ha conseguido producir vinos únicos con una impronta típica friulana, que ahora son muy apreciados por el público y la crítica tanto dentro como fuera de Italia. De la Vitovska a la Malvasía, sin olvidar la Terrano, la Sauvignon y la Pinot Grigio, las etiquetadas como "Skerk" son botellas en las que el hombre se encuentra con la naturaleza, en un profundo sentido de pertenencia al territorio y a las más antiguas tradiciones enológicas.