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Moric

La historia de la bodega Moric, situada en el pequeño municipio de Grosshoflein, en el distrito de Burgenland, gira en torno a la vida y la experiencia de su fundador, Roland Velich. Nacido en el seno de una histórica familia de viticultores austriacos, que siempre se han dedicado y especializado en la creación de grandes vinos blancos, Roland, tras sus estudios, decidió que la vida en el campo no era para él, dedicándose a otra cosa y empezando a trabajar como croupier. Al cabo de unos años, concretamente en 2001, Roland decidió dedicarse seriamente al vino, con un único objetivo: buscar algo especial y único, algo que lo distinguiera de la masa de productores locales y de la historia de su familia. Desde entonces se ha sumergido en el estudio de los terruños que producen los mejores vinos tintos del mundo: desde Barolo a Borgoña, pasando por el Valle del Ródano. Cuando consideró que había aprendido lo suficiente, decidió poner en marcha el proyecto Moric en Burgenland, una zona vitivinícola situada a una hora y media en coche de Viena, en dirección sureste hacia la frontera con Hungría. Aquí, en unas 25 hectáreas de viñedos, las cepas viejas y los métodos de cultivo orgánico crean una gama de vinos que son nada menos que sensacionales. En el corazón de toda la producción se encuentra la Blaufränkisch, una variedad de uva autóctona con la que Roland ha conseguido por fin su objetivo inicial: crear un gran vino tinto que pueda competir fácilmente con los productos italianos y franceses más reconocidos. En la actualidad, la empresa produce entre 60.000 y 80.000 botellas al año, manteniéndose voluntariamente en volúmenes bajos, para extrapolar la intensidad y el alma de cada suelo. Por tanto, los vinos tienen una fuerte identidad y están influenciados por la conformación geográfica de esta parte de Austria, formada principalmente por terrenos montañosos ricos en pizarra, arcilla y piedra caliza.