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Marisa Cuomo

Era 1980, el año en que Andrea Ferraioli regaló a su futura esposa los pequeños viñedos que había heredado de su padre. Así nació la bodega "Marisa Cuomo", y con ella comenzó una historia hecha de amor, pasión y trabajo sin fin, que en treinta años ha llevado a Andrea Ferraioli y Marisa Cuomo muy lejos, al Olimpo de los mejores vinos blancos del mundo.
La bodega se encuentra en el municipio de Furore, una pequeña joya de la Costa de Amalfi, y los viñedos que posee tienen vistas al espléndido Golfo de Salerno, desde Ravello hasta Scala, a lo largo de los fiordos que llegan a Amalfi. Unas diez hectáreas de viñedos en total, que se elevan a una altitud media de quinientos metros, y que trepan por las empinadas laderas que dan al azul del mar Tirreno. Las vides, sostenidas por postes de castaño según el sistema de formación de pérgolas, son las llamadas vides "de pared", es decir, crecen horizontalmente desde los muros de piedra seca que Andrea y Marisa han construido minuciosamente por medio de terrazas. Con una edad media de hasta ochenta años, las plantas son todas autónomas y prefiloxéricas.
Mediante la cría de las cepas más desconocidas y típicas de la zona, como fenile, piedirosso, ginestra, pepella, ripolo, sciascinoso, tintore y tronto, Marisa y Andrea consiguen dar una impronta profunda, sincera e inconfundible a todas sus etiquetas. Ya sean tintos, rosados o blancos, con las denominaciones "Furore", "Ravello" o "Costa d'Amalfi", todos los vinos producidos por la bodega de Salerno son una expresión de lo que se define como "viticultura heroica", en la que, más que nada, lo que cuenta es el trabajo de las manos y el sudor de la frente.
Los vinos de Marisa Cuomo se reflejan en la etiqueta insignia de la bodega, que durante años ha hecho de "Fiorduva" uno de los mejores y más reconocidos vinos blancos de la península italiana y de fuera de ella.

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