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Hauner

Fue a finales de los años sesenta, durante sus habituales vacaciones de verano en las Islas Eolias, cuando Carlo Hauner empezó a pensar en trasladarse a este lugar fascinante, incontaminado y en cierto modo ancestral. Primero pintor y luego diseñador, Salina ejerce una atracción magnética sobre él, una isla única por las vistas que puede ofrecer.
Es aquí donde, con el paso de los meses, se acerca cada vez más a las uvas que los agricultores locales dejaban secar al sol tras la vendimia: la malvasía. Su pasión por el vino le llevó pronto a recuperar algunos viñedos abandonados por quienes habían optado por emigrar y a darles una nueva vida. Introdujo algunas innovaciones: secó las uvas directamente en la vid y experimentó con algunas técnicas de refrigeración durante la fermentación. Pequeñas revoluciones que fascinaron a los expertos, empezando por Veronelli, y que llevaron la Malvasía de Hauner a las mesas de algunos de los mejores restaurantes de la época.
Con el paso del tiempo, su fama aumentó, la bodega creció y se impuso cada vez más como una de las protagonistas del renacimiento del vino, no sólo en Sicilia sino también en Italia.
Hoy en día la continúa su hijo Carlo Junior, pero lo que no ha cambiado es la constante atención a la calidad y la adhesión al territorio que han hecho famosos a los vinos de Hauner en todo el mundo. Blancos y rojos brillantes, elegantes e irresistibles. La bodega posee actualmente diez hectáreas de viñedos, más otras diez en arrendamiento, para una producción media anual de 120.000 botellas. Estos vinos son conocidos desde hace tiempo por su encanto y su irresistible sensualidad.
Además de las puntas de lanza de la Malvasía Passita, hay también excelentes etiquetas, desde el Rosso "Antonello" al "Hierà", desde el "Iancura" al "Selezione Carlo Hauner", hasta los vinos de Salina: botellas sencillamente extraordinarias.