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Dom Pérignon

Dom Pérignon sólo es raro y de época. Cada botella es un auténtico acto de creación, elaborado con las mejores uvas Pinot Noir y Chardonnay de una sola cosecha.
Dom Pérignon se reinventa con cada añada y se niega a hacer concesiones, abandonando la creación de Vintage cuando la cosecha no está a la altura. Se inspira en el legado creativo de Dom Pierre Pérignon, un joven monje benedictino que en 1668 fue nombrado bodeguero de la abadía de Hautvillers, con vistas a los viñedos de Champagne: su pasión por la excelencia vinícola le llevó a crear el "mejor vino del mundo" para servir a su comunidad y a la gloria de Dios. La Maison continúa su ambición, con una tensión hacia la búsqueda de la Armonía como fuente de emoción. Cada añada de Dom Pérignon evoluciona gradualmente y, durante su maduración, pasa por momentos de "Plénitude", ventanas de tiempo en las que el Champagne expresa aspectos nuevos y sorprendentes de la añada. La primera Plénitude se alcanza después de nada menos que ocho años de desarrollo en bodega: se trata de Dom Pérignon Vintage y Rosé Vintage, la edad de la Armonía. La Plénitude 2, que se alcanza después de al menos quince años de lenta transformación en las bodegas, es la elevación a la segunda vida de Dom Pérignon: la expansión de la Energía alcanza su punto álgido, el vino se despliega en todas las dimensiones: más amplio, más profundo, más largo, más intenso y realzado por una mayor longevidad.

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