Untitled-1

Castellare di Castellina

Empresa histórica del Chianti Classico, Castellare di Castellina nació en la forma actual en 1968, gracias a la fusión de cinco fincas diferentes. Un lugar mágico donde los viñedos -treinta y tres hectáreas en total- están perfectamente integrados en el entorno, entre bosques y otros cultivos. Una zona en la que la excelente exposición, el buen drenaje del agua, los suelos mixtos de marga calcárea, marga y un poco de arcilla, han producido siempre vinos bien estructurados e intensos, aptos para una larga crianza en botella.
La bodega es propiedad desde finales de los años setenta del empresario Paolo Panerai, que inmediatamente inició un largo proceso de investigación destinado a mejorar todas las etiquetas. Un cuidadoso censo de las viñas, realizado inmediatamente después de la compra, ha permitido, por ejemplo, seleccionar las mejores especies de Sangiovese para el "Sodi di San Niccolò", el vino insignia de la empresa. Y eso no es todo: una parcela experimental plantada en la propiedad en colaboración con las Universidades de Milán y Florencia y con el Instituto de San Michele all'Adige, permite la investigación continua de los mejores clones así como la producción de esquejes seleccionados para la renovación de los viñedos. A una altitud de unos 370 metros sobre el nivel del mar, las viñas tienen entre cinco y treinta años y producen uvas de excelente calidad. En la bodega, los racimos de Sangiovese y Malvasia Nera, y luego también los de Merlot, Chardonnay y Sauvignon Blanc, se procesan con un objetivo principal: potenciar y exaltar todas las peculiaridades intrínsecas propias de la variedad y derivadas del terruño.
Con las etiquetas en las que cada año destaca un ave diferente, elegida entre las que están en peligro de extinción como para subrayar el cuidado y el respeto que la firma tiene hacia el medio ambiente, los que llevan de nuevo el nombre de Castellare di Castellina son todos vinos que pertenecen desde hace años a la mejor tradición toscana del Chianti Classico. Botellas, las que salen de la bodega de Castellina in Chianti, hijas de un profundo amor por sus propias tierras y sus propios viñedos, y fruto de un respeto igualmente profundo por las tradiciones más antiguas del territorio.